Melbourne está obsesionada con la comida, es maravillosamente multicultural y es una joya para la cultura australiana. Más allá de los límites de la ciudad, Victoria ofrece una rica historia, naturaleza salvaje y excelencia culinaria.
A los victorianos les encanta la naturaleza salvaje. Al suroeste, la carretera Great Ocean Road serpentea a lo largo de una de las costas más espectaculares del mundo, mientras que cuanto más hacia el este, más salvaje se vuelve la costa, desde la rica vida salvaje de Wilsons Promontory hasta la acertadamente llamada Wilderness Coast de Gippsland.
También al este, los ríos salvajes y los bosques épicos de Errinundra y Snowy River dan paso a las pintorescas montañas del Alto País, donde las actividades durante todo el año lo convierten en un destino de aventura de primer orden. Al noroeste, casi en el interior, los parques nacionales desérticos ocupan vastas extensiones del estado. Las oportunidades de explorar son infinitas, ya sea en dos patas o esquís, dos ruedas o cuatro.
En el siglo XIX, la ciudad de Melbourne, rica en oro, y las pequeñas ciudades de Victoria estaban repletas de maravillas arquitectónicas. Hoy en día muchos de esos grandes edificios sobreviven como hoteles de lujo, teatros repletos de talento, restaurantes de primera categoría o coloridas galerías de última generación.
Busque la zona cultural de los yacimientos de oro, en particular, con ciudades como Ballarat, Bendigo y Castlemaine, o los edificios de arenisca conservados repletos de historia en Beechworth. Melbourne, en particular, es un bufé de amantes del arte (con callejuelas llenas de arte tan íntimas que se sienten como si estuvieran bajo techo), pero la Victoria regional se mantiene en pie cuando se trata de razones para rezar por un día lluvioso.
La historia de Victoria es épica, pero no podría ser más accesible. La historia indígena del estado sirve de subtexto en todo momento, pero ocupa el centro del escenario con historias de arte rupestre y creación en Gariwerd (los Grampians).
Avanzando unos pocos milenios, la fiebre del oro del siglo XIX de Victoria dejó atrás algunas de las ciudades antiguas más atmosféricas de Australia, entre ellas Ballarat, Castlemaine, Maldon, Kyneton, Walhalla y Beechworth. Y en Mildura, Swan Hill y, sobre todo, en Echuca, vive la antigua cultura de las embarcaciones fluviales Murray de los días pioneros de Australia.
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